Bueno, no me gusta meterme en camisas de once varas con medidas políticas, pero la última del Ministerio de Igualdad ha sido demasiado. La persona que aparece en mi foto es Bibiana Aído, Ministra de Igualdad. Su última decisión, impresicindible para salir de la crisis mundial, es considerar el término "recién nacido" como sexista, por lo que los hospitales tendrán que eliminar la sala de recién nacidos para cambiarla por la sala "de las criaturas" nuevo término a usar.
Y esta medida llega días antes de que el Gobierno se la juegue con los recortes económicos a todo el mundo para salir de la crisis.
Esto me hace pensar en dos cosas:
1)- la primera es que este Ministerio haría muy bien en desaparecer (y así de paso reducir el déficit español), ya que en plena crisis se dedican a estupideces enormes como la que he dicho en lugar de luchar por lo que realmente se supone se creó este Ministerio, conseguir la igualdad salarial entre hombres y mujeres, conseguir que no se menosprecie a una mujer a la hora de conseguir un trabajo porque se pueden quedar embaradas, lograr una baja de paternidad justa, alcanzar una igualdad de tratos a la hora de divorcios, una ley de maltrato que defienda a los hombres que lo padecen (porque sí, los hay), en definitiva, que la igualdad no se centre en crear un falso feminismo que acabe necesitando de una nueva visión machista de la sociedad para que el hombre recupere derechos (algún día hablaré de estas cosas, prometido)
2)- La segunda cosa en la que pienso es que esta Ministra demuestra una incultura patente en nuestra sociedad. El castellano, el idioma en el que escribo, proviene del Latín. El Latín tenía tres géneros, masculino, femenino y neutro (para cosas inanimadas o cuando están los géneros masculino y femenino juntos). El castellano, a la hora de derivar sus palabras del latín, escoge el caso acusativo, y aquí viene el problema: tanto el género masculino como el neutro comparten forma originalmente en latín, por lo que en castellano ambos géneros derivan de la misma forma. Esto hace que la sala de recién nacidos no sea sexista, sino que incluye ambos géneros.
Al final todo queda en lo mismo... poco a poco la incultura de la gente se apodera de la sociedad y llega a los dirigentes... y así nos va.
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No hay que pasarse con las críticas ni ser tan duro porque gobernar y dar gusto a todos no es fácil.
ResponderEliminarSi no es cuestión de dar gusto a todos, sino de cosas que realmente sirvan para algo. Cambiar el nombre de mesa por busaka no cambia en nada mi día a día, pero que un ministerio haga estudios, pague a gente para que los haga y se gaste el dinero en algo que, además de ser una estupidez, no me facilita la vida, me parece una estupidez
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